Un
12 de octubre más. Uno más que paso fuera del país del que se supone hoy
debería estar orgulloso y apenado por no poder disfrutar del mismo. Es este día
un momento perfecto para reflexionar sobre todo lo que ha supuesto y supone
todo este tiempo fuera del lugar en el que nací, y cómo ello afecta a mi identidad
cultural y sentimientos asociados a lo que llamamos patria. No quiero ver este
tema con los cristales de“hater”, al que parece que le da urticaria cuando ve
una bandera o escucha un himno, a tanto no llego. Sin embargo, reconozco que
mis emociones hacia los símbolos de mi nación no son ni más ni menos positivos
que los que pueda sentir por cualquiera de aquellos países en los que he estado
viviendo antes, o con los que tengo algún tipo de conexión afectiva (como
Tailandia, por ejemplo).
La humedad que está haciendo estos días en Kuwait, madre mía |
Gran parte de la desconexión emocional y el desapego hacia mi tierra viene explicada, entre otras cosas, por el problema del voto rogado (como ya expliqué hace un año). Intenté votar tanto en las elecciones autonómicas andaluzas de diciembre de 2018 como en las últimas generales de abril pero, una vez más, me quedé sin recibir las papeletas para votar. Por tanto, no conseguí ser la primera persona de nacionalidad española que consigue votar desde Kuwait desde que existe la ley del voto rogado. Es normal, pues, que, si no nos dejan participar en nuestro sistema democrático, llegue un momento en el que nos sintamos como si no contáramos.
Me
parece lamentable que, con todo el tiempo que han tenido, nuestros diputados todavía no hayan
podido modificar esta ley que, elección tras elección, sigue condenando a miles
de españoles en el exterior al ostracismo y llevándonos en algunos casos a la
total indiferencia con respecto a lo que pase en España.
Como dije antes, no siento rechazo por España, a pesar del
clientelismo, nepotismo y enchufismo que por allí sigue campando y que lleva a
mucha gente al hartazgo y a irse a otro sitio, qué va. Me siguen gustando
muchas cosas de mi país y por las que puedo sentir orgullo. Por ejemplo, la
educación y la sanidad pública, que siguen manteniendo un nivel de
profesionalidad enorme a pesar de los recortes. También los servicios sociales
y las personas que se levantan cada mañana para ayudar a los que más lo
necesitan, ya sean mayores, personas inmigrantes o cualquier otro colectivo. Es
también digna de mención la labor humanitaria que siguen haciendo en el
Mediterráneo las organizaciones no gubernamentales, salvando a cientos de
personas de una muerte segura. Todo esto sí que me enorgullece. Y, por supuesto, que sigo pensando que España puede ser un lugar genial para vivir y no descartaría volver algún día.
No tengo mucho que celebrar en este día, aparte de que es
sábado y tengo día libre. Mi alegría no viene dada por tener una nacionalidad concreta
sino por la gente que me rodea y me apoya; por el trabajo que hago cada día y ver
cómo los cambios positivos se van produciendo, aunque a veces cueste; por la
educación que he recibido y que ahora explica la persona que soy… ¡ah! Y también me alegra poder anunciar que mi
libro ya está disponible en inglés, por si conocéis a alguien no hispano
hablante al que le pudiera interesar (aquí está el link en Amazon, por ejemplo: https://www.amazon.es/My-Own-Eyes-Paco-V%C3%A1zquez/dp/8417102396 )
Y nada más, que ya he soltado bastante la turra hoy. Un saludo a
todos los españoles y españolas en Kuwait y en otros países del mundo, por
vosotros va esta entrada, una vez más. Y a los que estáis en España, pasad una
buena fiesta de la Hispanidad, la celebréis como la celebréis, y cuidado con
las farolas.