viernes, 24 de noviembre de 2017

Juego de divanes



Si paseáis (o intentáis pasear) por las calles de Kuwait y prestáis atención a las entradas de las casas, descubriréis que en ocasiones hay colocados unos cuantos divanes formando una U invertida. Es aquí donde los kuwaitíes se suelen reunir para celebrar una de las costumbres más arraigadas del país y que constituye uno de los principales pilares de socialización y comunicación. Es la llamada "diwaniya”, un encuentro dirigido en algunos casos para debatir temas políticos y sociales, o simplemente para echar un rato charlando y tomando algo de manera distendida.


Las diwaniyas pueden ser tanto privadas, entre grupos cerrados de amigos o familiares, o públicas, en las que cualquier persona puede participar y mostrar su opinión. En este último caso, generalmente suelen tratarse temas políticos, como si fuera una pequeña asamblea ciudadana, que dota de participación activa al pueblo y suelen ser especialmente activas durante periodos electorales. Este tipo de reuniones son una buena muestra del nivel de libertad de expresión que existe en Kuwait, con cotas de participación democráticas más elevadas que otros países de la zona.

 
Té y dulces, siempre presentes
























Para un extranjero, por lo que he oído, no es habitual el ser invitado a una diwaniya privada, aunque en principio, es posible apuntarse a alguna de carácter público, siempre y cuando el idioma no sea un obstáculo. Ya comenté en su momento que la asociación AWARE organiza discusiones todos los martes, dirigidas principalmente a la población extranjera en Kuwait, en las que un moderador o moderadora dirige un debate en inglés en torno a diversos temas relacionados con el intercambio cultural entre Occidente y el mundo árabe. En estos eventos no solo se aprenden datos interesantes sino que también suponen una buena oportunidad para conocer gente, algo que no es muy sencillo en este lugar como ya sabemos.


Me alegra que se sigan manteniendo tradiciones como esta, con tertulias y debates que fomenten el diálogo, la comprensión de otras realidades y el espíritu crítico, en un mundo en el se que tiende más y más a la crítica cargada de resentimiento y sin fundamento desde el anonimato que nos dan las redes sociales. Hay que salir más, conocer, descubrir y experimentar más y, si es posible, debatir con la gente cara a cara, con empatía y sin odio ciego. Es una forma de mejorar de alguna manera el panorama al que nos estamos viendo abocados. 

viernes, 17 de noviembre de 2017

En plena forma



Los kuwaitíes tienen cierta fama de ser gente que tiende al sedentarismo, que hacen prácticamente todo desde su coche o su sillón, y cuyos hábitos no encajan exactamente en que se puede llamar una vida sana. Sin embargo, en realidad existen bastantes clubes deportivos de todo tipo distribuidos por toda la ciudad y sí que se ve gente muy dada a practicar ejercicio físico, sobre todo en este periodo del año, cuando las temperaturas son perfectas para salir a quemar calorías por ahí.

Aparte de infinidad de gimnasios y piscinas, en Kuwait se pueden encontrar bastantes instalaciones deportivas para casi cualquier deporte. En mi barrio, por ejemplo, hay un par de campos de fútbol siete que se pueden alquilar por horas y canchas de baloncesto y voleibol al aire libre, cerca de la playa. Para los que se lo puedan permitir, también existen múltiples opciones de practicar deportes acuáticos, como la vela, carreras de yates o el submarinismo en algunas zonas de costa.

Pero, sin duda, el deporte que más me motiva y que se ha convertido en una de mis principales aficiones es el footing o running, como les gusta a los “millenials”. Intento siempre sacar un rato para pegarme una carrerita, que es de las pocas cosas divertidas que se pueden hacer en la zona donde vivo. Ahora en Kuwait hay varias carreras, como la de Run Kuwait, del pasado sábado, donde tuve la suerte de participar en la modalidad de 10 kilómetros. Estuvo muy bien la verdad y fue, aparte de un evento deportivo, una oportunidad de socializar y divertirse al aire libre, algo que en este país no se estila mucho más allá de las familias que van a hacer picnic a la playa.




































Y ahora vamos a por otra, la Gulf Bank Marathon, la más importante del país y una de las más conocidas en Oriente Medio. Serán otros diez kilómetros, pasando por algunos de los puntos más famosos de la ciudad, con miles de participantes y seguro que muy buen ambiente. A ver qué tal se da esta vez.

viernes, 10 de noviembre de 2017

¿Quedamos?



Antes de venir a Kuwait estuve un tiempo investigando en Internet sobre los pros y los contras de este lugar. Una de las quejas más habituales entre otros extranjeros que ya vivían aquí era la dificultad que tenían para hacer amistades y socializar. Había de todo, por supuesto, pero la mayoría de gente se lamentaba de su reducido círculo social y la falta de oportunidades de ocio. Yo no pensaba que podría llegar a ser tan frustrante, pero al cabo de unas semanas se empezaron a confirmar todas estas opiniones. No sé si serán motivos personales o situacionales pero, de todos los países en los que he estado, es en el que más me está costando encontrar personas a las que puedo llamar amigos.

















Empezando por mis circunstancias personales, no creo que vivir en un barrio como Fintas, alejado de todo tipo de centro el cual pueda llamarse de ocio y socialización, facilite el conocer y salir con gente. Ya comenté en otro post que este país está hecho para los vehículos, no para las personas, y da mucha pereza el desplazarse de un lado a otro por todo el tiempo que consume. Este es precisamente otro de los factores que me dificultan a la hora de quedar con alguien: la falta de tiempo. Tengo unos horarios muy apretados y, si le sumo que hace un par de semanas empecé un máster, apenas me quedan horas. Eso sí, cada fin de semana aprovecho para escaparme por ahí y hacer algo más allá del trabajo y los estudios.

El paseo marítimo en Salmiya, no hay viernes que falte una carrerita por aquí


















Otro de los factores intrapersonales, que también afecta a muchos emigrantes en cualquier país, es la continua rueda de despedidas y adioses a la que se ve expuesta la gente que llevamos fuera un tiempo largo. Kuwait es uno de esos países llamados “de paso”, donde la mayoría viene por un tiempo corto, a probar suerte, y se largan en cuanto pueden (como digo, hay excepciones, pero al menos suele ser así para los que venimos solos). Esto implica que haya gente que no quiera implicarse demasiado a nivel afectivo, para no tener que pasar por lo mismo de siempre, una y otra vez. En mi caso, debo reconocer que me pasa algo parecido, y que después de tantos años de aquí para allá, no acabo de normalizar estos procesos de duelo al tener que dejar a gente a la que quiero atrás. Aunque eso no quita que siga considerando el socializar y hacer amigos como algo fundamental en cada sitio al que voy.


Entrando ya en los factores externos, totalmente incontrolables para mí, estaría en primer lugar el perfil habitual de extranjero que viene a este país. Es todavía pronto para mí hacer una descripción precisa pero, basándome en otros comentarios leídos en redes sociales y conversaciones con otros extranjeros, veo que hay mucha gente que recala aquí movida meramente por el deseo de ganar dinero, sin importarle lo más mínimo su vida social. Son sujetos que se centran solamente en el trabajo y que incluso aprovechan sus espacios de tiempo libre para hacer horas extra en cualquier otro lado. Por otra parte, yo lo que sí veo también es que hay muchos expatriados que llegan con sus familias, en algunos casos con niños, con una serie de hábitos lúdicos alejados en cierto modo de aquellos que viven solos, como es mi caso. Aún así, tengo que decir que en todos estos años he encontrado a personas estupendas en esta situación con los que también me lo he pasado muy bien (aunque me suelo mantener al margen cuando el plan del sábado es ir a un parque infantil…).

















Kuwait, aparte de su diseño urbano pensado y planificado para los coches, tampoco es que ofrezca un surtido muy grande de actividades y lugares de ocio. Es decir, no tiene nada que ver con Dubai, por ejemplo, aunque si se investiga bien, siempre se puede encontrar algo interesante que hacer. Otro factor asociado al tema del ocio es la ausencia de alcohol. Para mí no supone ningún obstáculo, a pesar de la tradición tan española de “salir de cañas”, pero sé de gente a la que esto le limita en gran medida a la hora de socializar. Ahora bien, esto no quiere decir que en Kuwait no existan pubs. Yo estuve una noche en uno, donde lo que primaba no eran las copas sino las cachimbas. Si no te molesta el picor en los ojos ni el olor que se te queda en la ropa, no es un mal sitio.




































A pesar de todas estas circunstancias y limitaciones, tengo que decir que en las últimas semanas he ido conociendo a gente nueva con la que quedar y organizar actividades, como el salir a correr por ahí, ahora que el tiempo atmosférico lo permite. Es cuestión de tiempo, nada más, como en cualquier parte del mundo, aunque aquí cueste un poquito más. Por cierto, ¿a alguien le hace un cafelito?



viernes, 3 de noviembre de 2017

Abayas, dishdashas y otras cosas del vestir



Una de las cosas que más impacta y, al mismo tiempo, inquieta ver cuando uno acaba de llegar a Kuwait o cualquier otro país del Golfo Pérsico, es la cantidad de mujeres completamente cubiertas de negro, muchas de ellas mostrando solo los ojos. Esto no hace más que reforzar la teoría que dice que tendemos a percibir con más atención aquello que encaja con nuestras expectativas previas, lo que nos lleva a veces a distorsionar la realidad. Por muy raro que nos parezca, hay otras mujeres, al menos en este país, que van con el cabello al descubierto, y algunas se decantan más por la ropa de tipo occidental (yo he llegado a ver hasta algunas chicas en bikini en una piscina pública). Hace unos días asistí a una charla cultural sobre el modo de vestir en Kuwait y los países árabes en general, donde discutimos sobre este y otros temas relacionados, que me dispongo a comentar.


La vestimenta tradicional femenina por excelencia se llama abaya, y consiste en una túnica larga que llega hasta los pies, generalmente hecha de poliéster o seda, de color negro. Se suele completar con el hiyab o manto con el que las mujeres cubren su cabeza y, a veces con el niqab, que es el velo con el que se tapan el rostro, dejando los ojos al descubierto. Los motivos de usar esta prenda, ya sea con o sin niqab, son meramente religiosos y culturales, y es algo que va a depender del grado de religiosidad o tradicionalismo de cada mujer. Es decir, aquí en Kuwait al menos no es obligatorio, aunque hay países como Arabia Saudí y Qatar en los que sí lo es en todos los lugares públicos.

Siguiendo con los atuendos femeninos, la abaya no es la única ropa tradicional para las mujeres de Kuwait. Hay otro vestido, también largo aunque mucho más colorido, llamado daara. Se suele usar para eventos especiales, como bodas y otras celebraciones, aunque también hay chicas que se lo ponen para salir por ahí. La daara puede ser de diversos colores y diseños, y suele estar decorada con bordados y filigranas de pedrería.


En cuanto a los hombres, los más tradicionales suelen llevar una túnica larga de color blanco llamada dishdasha, con un pantalón interior del mismo color. En la cabeza suelen llevar un tipo de manto, conocido como ghutra, que puede ser de diferentes colores, predominando el blanco o un diseño de cuadritos rojos, que recuerda mucho a los típicos pañuelos palestinos. El ghutra se remata con un doble cordel negro, el agal, un accesorio destinado a mantener el manto en su sitio sin que se caiga.

No me queda mal, ¿verdad?

























































Fue una charla interesante donde además se discutieron temas como la situación de la mujer en Kuwait, de la que me gustaría hablar en una futura entrada. A este respecto, no considero negativo ni vejatorio el que una chica se cubra la cabeza o incluso el rostro, siempre que se trate de una decisión personal y no una imposición. Aunque claro, si nos paramos a pensar en nuestros propios hábitos de vestir, ¿qué no es una imposición? ¿Hasta qué punto somos de verdad libres para decidir lo que nos ponemos? Tendemos a pensar que las mujeres musulmanas son esclavas de sus valores religiosos pero, ¿no lo somos nosotros también de las modas y las tendencias?
Ahí dejo el debate por si alguien lo quiere seguir.