Antaño,
cuando escribía mi blog desde China, solía publicar por estas fechas un balance
de cómo había sido mis últimos 365 días, repasando los momentos más destacados. Tras dos años
en los que la nochevieja y los días previos me pillaron viajando vuelvo a
retomar esta costumbre, comentando lo que ha dado de sí el 2019. Ha sido, desde
luego, un año que se ha pasado rapidísimo, que ha sido generalmente positivo, con más
buenos momentos que malos, y que me ha vuelto a dejar imágenes para el recuerdo.
Intentaré resumir estos últimos doce meses en la siguiente entrada.
Para
empezar, tengo que hablar de mi vida de casado y la convivencia con mi esposa.
Este año hemos cumplido el primer año de matrimonio y ha supuesto una prueba de
fuego para los dos. El resultado ha sido satisfactorio y hemos logrado un nivel
óptimo de entendimiento, apoyándonos en cada momento y aprendiendo el uno del
otro casi a diario
En
febrero viajé a Tailandia para conocer a sus padres en persona lo que, aparte
de para poder practicar mi incipiente tailandés, me sirvió para fortalecer los
lazos con una familia que ya me considera un miembro más. Esta sería la primera
y última vez que pude hablar con mi suegro que fallecería a finales de octubre,
en el que con diferencia fue el suceso más triste de todo este año.
Además
de los viajes a Tailandia por motivos familiares, en 2019 estuve en tres países
más. En abril, mi mujer y yo pasamos una semana en Jordania, donde acabamos
fascinados con los paisajes de Wadi Rum y la grandiosidad de Petra. En julio
fui con mi hermano a Portugal que, a pesar de la distancia a España, nunca
había tenido la suerte de visitar. La experiencia fue grandiosa. Por último, hace
solo un día regresé de un viaje relámpago a Baréin, que relataré en una próxima
entrada.
En cuanto
a la vida en Kuwait, ya he llegado a un punto en el que me he acostumbrado a
todo y las molestias habituales han pasado a ser casi imperceptibles. Por
supuesto que me sigue molestando el no poder andar por una acera o el calor que
hace de abril a octubre, pero, como digo, el grado de incordio es más bajo y,
al mismo tiempo, también he ido descubriendo algunos puntos positivos de mi
estancia aquí. Como experiencia cultural reseñable, este año he hecho el ayuno durante el
mes del Ramadán, como una prueba de autocontrol y también como muestra de solidaridad
con mis compañeros y alumnos musulmanes. Fue interesante probar y no descarto repetirlo en 2020.
A
nivel laboral, el balance ha sido bueno y he seguido aumentando mi experiencia
y creciendo profesionalmente mes a mes. Ha sido un año de transición, con nueva
directiva empezando en septiembre y con algunos retos, como la construcción de
un nuevo edificio, lo que ha reducido nuestro espacio. A pesar de todo, sigo
sintiéndome igual de cómodo y valorado tanto por los estudiantes como mis
compañeros. Aun así, esto no ha afectado mis planes para el próximo curso
académico. En noviembre anuncié que no renovaría mi contrato y que saldría de
Kuwait. El motivo es que mi mujer y yo queremos asentarnos en un lugar más
cercano a nuestras respectivas familias, ya sea en Europa o en el Sudeste
asiático. No estoy mal, ni mucho menos, en mi puesto de trabajo, pero las circunstancias
nos motivan a cambiar de aires.
Como
dije al principio, ha sido un año más bien positivo, que ha incluido logros
importantes. Por un lado, he conseguido publicar mi libro en inglés gracias al
excelente trabajo de Chema y Samantha, una pareja de amigos que se curraron una
traducción que me atrevo a decir que supera al original en calidad narrativa.
El
otro gran hito fue mi primera media maratón el pasado mes de noviembre. Acabé
los últimos cuatro kilómetros hecho polvo, pidiendo la hora, pero al final la
pude completar que es lo que cuenta. En enero tengo una segunda, a ver si esta
vez termino en mejor forma.
Acabo
este resumen comentando por encima algunos propósitos para el 2020. En primer
lugar, lo más prioritario sería encontrar un trabajo nuevo para el curso que
viene. Tengo pendiente una feria de empleo en Bangkok en dos semanas, a ver qué
tal se da. En relación con este tema, mi segunda gran meta es conseguir que
tanto mi mujer como yo podamos encontrar ese lugar adecuado para plantearnos
sentar cabeza y crear nuestra propia familia. No creemos que este año que viene
vengan niños, pero no deja de estar en nuestros planes.
Por
otra parte, espero poder terminar el máster sobre liderazgo educativo que
empecé el pasado octubre, completar más medias maratones, mejorar mi árabe, y poder tener muchos momentos
junto a toda esa gente buena que tanto en Kuwait como en otras partes me
habéis apoyado en este año y no dudo que lo seguiréis haciendo en el futuro.
Por todos vosotros va esta última entrada de 2019. Espero que vuestro año
también haya estado lleno de historias felices y, si no, que mantengáis la
esperanza en que lo mejor aún está por venir.
¡Un
fuerte abrazo y hasta el año que viene!