A
falta de pocos meses para despedirnos de Kuwait, mi mujer y yo estamos
intentando completar la lista de cosas que aún tenemos pendientes por hacer
aquí. Hace unas semanas, por ejemplo, visitamos por fin la isla de Failaka, a
unos 20 kilómetros de las costas kuwaitíes. Un sitio que se ve enseguida y al que merece la pena ir, aunque solo sea por salir de la rutina y escapar del
ruido y el aire de la ciudad.
Hay
dos compañías de transporte que ofertan trayectos desde la zona de Salmiya a
Failaka. Nosotros nos decantamos por coger el ferry de KPTC, que sale del
puerto de Ras’ Al Ard. El viaje vale 5 dinares ida y vuelta, y suele tardar
entre una hora y hora media, dependiendo de las condiciones climáticas. También
está la opción de tomar el barco de la compañía Ikarus, desde Marina Crescent.
El billete es más caro (14 dinares ida y vuelta) pero se tarda menos (unos 40
minutos). Es importante que verifiquéis a qué hora sale el ferry de vuelta
porque el horario varía de un día para otro.
Una
vez que llegamos a la isla había que buscar la mejor manera de ver los
principales puntos. No teníamos mucho tiempo (ese día solo había un barco de
vuelta a Salmiya) así que nos decidimos por alquilar un autobús entre cinco
personas (precio total 20 dinares a dividir entre todos, por una hora de ruta).
Otras opciones son alquilar una bicicleta (5 dinares la hora)u, n coche
eléctrico de dos plazas (20 dinares la hora) o un carrito de esos que hay en los campos de golf. Si se tiene tiempo de sobra y la
climatología lo permite se puede también recorrer a pie (los principales puntos
de interés están a una distancia asequible). La compañía Ikarus también ofrece
un paquete completo de 20 euros por persona que incluye el transporte hasta
Failaka y la vuelta, almuerzo y un tour de una hora en autobús.
"Heritage Village", donde se alquilan los vehículos |
El
tour que alquilamos comprende tres puntos de interés. El primero de ellos es
una especie de cementerio de transportes bélicos iraquíes y otros restos de la
guerra del Golfo de 1991. La siguiente parada es una pequeña granja de camellos
y, después, un último alto en la puerta de los restos de la antigua sede del
Banco Nacional de Kuwait en la isla, cuyas paredes están llenas de agujeros de
proyectiles. Junto a este edificio hay otros más que recuerdan los desmanes de
la invasión militar iraquí. Lo que ahora es prácticamente un pueblo fantasma
(aunque todavía hay residentes que se resisten a abandonar la zona) acogió en
su momento a unas 2000 personas que, en su mayoría, nunca regresarían a la
isla.
Aparte
de lo que vimos, hay algunos restos arqueológicos de los babilonios y de los griegos en
algunos puntos de la isla, que no pudimos visitar (creo que el acceso a estos
sitios está restringido). También se pueden hacer actividades como montar en
moto de agua o en catamarán o, simplemente, disfrutar de la playa y darse un
baño en el mar. Para nosotros, a pesar de tener que verlo todo con el tiempo
justo, estuvo bien, sobre todo, por hacer algo diferente y cambiar de ambiente.
Espero
que disfrutéis de las festividades por la conmemoración de la liberación de Kuwait y el Día
Nacional de esta semana. Yo seguiré apurando lo que me queda por ver en este
país y contando sobre ello en próximas entradas.
¡Hasta
la próxima!