Han pasado ya dos semanas desde que mi mujer y yo aterrizamos en Viena y todavía nos sentimos como en una especie de nube por todo el cambio que está suponiendo. Estos últimos 5 meses de pandemia, confinamiento, toques de queda y restricciones varias en Kuwait no han sido fáciles, aunque, al final, hemos resistido pacientemente hasta llegar a una meta que difícilmente podríamos imaginar hace tan solo un mes. Estaba claro que yo llegaría a Viena de todas formas, pero no contaba con que mi esposa lo pudiera lograr al mismo tiempo que yo y, así, seguir estando juntos en estos tiempos tan inciertos. Sirva esta entrada para resumir cómo ha sido tanto la salida de Kuwait como la llegada a Viena y, también, como cierre de este blog que he venido manteniendo desde 2017.
En principio mi mujer tenía pensado viajar primero a su país, Tailandia, y más adelante, una vez tramitado el visado Schengen de turista allí, reunirse conmigo en Viena y solicitar, posteriormente, un permiso de residencia. Sin embargo, viendo que las autoridades tailandesas no facilitaban la entrada al país ni siquiera a sus nacionales (ella podría estar todavía esperando en Kuwait un vuelo de repatriación), decidimos que lo mejor sería intentar reconocer finalmente nuestro matrimonio en la embajada española en Kuwait (algo que veníamos intentando desde hace tiempo) y después tramitar un visado para ella en la embajada de Austria. Lo primero nos llevó una semana, entre visitas a ministerios, sellados y traducciones, pero lo del visado austriaco fue imposible. Donde sí tramitaban visados familiares era en la embajada de España, que agilizó todo el proceso y nos ayudó a conseguir los documentos por los que en este momento estamos los dos aquí juntos: libro de familia y consecuente visado familiar.
No sé si alguien de la embajada leerá esto, pero desde aquí os mandamos nuestro más sincero agradecimiento por la ayuda prestada. |
Ahora bien, mi mujer solo podía entrar a Europa por España, por lo que cambié mis planes de vuelo y decidimos volar de Kuwait a Madrid y luego, al día siguiente, a Viena. Todavía nos quedaba por saber si podríamos salir de Kuwait sin necesidad de realizar un test PCR, cosa que fue posible ya que España no pedía ese requisito. No estábamos seguros de si en Austria lo requerirían, pero, aun así lo intentamos y, al día siguiente de aterrizar en Barajas, estábamos en otro avión con destino a Viena, donde nos dejaron entrar sin ningún impedimento. De todas maneras, al llegar aquí decidimos hacernos un test de COVID, por pura responsabilidad tanto personal como social, en el que dimos negativo. Lo habíamos conseguido, estábamos los dos en Viena, sanos y salvos, dando un refrescante paseo a la orilla del Danubio.
Os podéis imaginar las primeras sensaciones al llegar, era casi como una vuelta a la vida después de todo lo experimentado en los últimos meses. Por fin podíamos salir a cualquier lado, ya sea caminando por aceras o usando un transporte público en condiciones, pudiendo abrazarnos y darnos un beso en espacios públicos sin que nadie nos mire mal y, sobre todo, sin asarnos de calor. La temperatura máxima por aquí estos días es de 31 grados, todo un alivio. Los parques están abiertos al igual que los bares, cafeterías y otros lugares de ocio. La única medida aparente en relación al COVID es el uso obligatorio de mascarillas en los transportes públicos y dentro de los comercios. Por lo demás, vamos por ahí con la sensación de que estamos en plena normalidad, a pesar de que los nuevos positivos siguen subiendo diariamente de nuevo por estas tierras.
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