Si paseáis (o
intentáis pasear) por las calles de Kuwait y prestáis atención a las entradas
de las casas, descubriréis que en ocasiones hay colocados unos cuantos divanes
formando una U invertida. Es aquí donde los kuwaitíes se suelen reunir para
celebrar una de las costumbres más arraigadas del país y que constituye uno de
los principales pilares de socialización y comunicación. Es la llamada "diwaniya”, un encuentro dirigido en algunos casos para debatir temas políticos
y sociales, o simplemente para echar un rato charlando y tomando algo de manera
distendida.
Las diwaniyas
pueden ser tanto privadas, entre grupos cerrados de amigos o familiares, o
públicas, en las que cualquier persona puede participar y mostrar su opinión.
En este último caso, generalmente suelen tratarse temas políticos, como si
fuera una pequeña asamblea ciudadana, que dota de participación activa al
pueblo y suelen ser especialmente activas durante periodos electorales. Este
tipo de reuniones son una buena muestra del nivel de libertad de expresión que
existe en Kuwait, con cotas de participación democráticas más elevadas que
otros países de la zona.
Para un extranjero, por lo que he oído, no es habitual el ser invitado a una diwaniya privada, aunque en principio, es posible apuntarse a alguna de carácter público, siempre y cuando el idioma no sea un obstáculo. Ya comenté en su momento que la asociación AWARE organiza discusiones todos los martes, dirigidas principalmente a la población extranjera en Kuwait, en las que un moderador o moderadora dirige un debate en inglés en torno a diversos temas relacionados con el intercambio cultural entre Occidente y el mundo árabe. En estos eventos no solo se aprenden datos interesantes sino que también suponen una buena oportunidad para conocer gente, algo que no es muy sencillo en este lugar como ya sabemos.
Me alegra que se
sigan manteniendo tradiciones como esta, con tertulias y debates que fomenten
el diálogo, la comprensión de otras realidades y el espíritu crítico, en un mundo en el
se que tiende más y más a la crítica cargada de resentimiento y sin fundamento
desde el anonimato que nos dan las redes sociales. Hay que salir más, conocer,
descubrir y experimentar más y, si es posible, debatir con la gente cara a
cara, con empatía y sin odio ciego. Es una forma de mejorar de alguna manera el
panorama al que nos estamos viendo abocados.