lunes, 15 de abril de 2019

Maravillas jordanas (I): Wadi Rum


La primera semana de abril, tanto mi mujer como yo conseguimos unas vacaciones que aprovechamos para poder hacer por fin un viaje juntos, en este caso a Jordania. Fueron unos días geniales, con un buen montón de momentos para el recuerdo. La impresión general fue muy positiva. Además, nos pilló un tiempo estupendo, con sol todos los días, pero sin calor. En las próximas tres entradas iré dejando resúmenes de las experiencias que vivimos y los lugares que visitamos, empezando por el impresionante desierto de Wadi Rum.


Al día siguiente de aterrizar en Amman, la capital del país, fuimos en autobús hasta la ciudad de Aqaba, al sur, a la orilla del Mar Rojo. Aquí solo estuvimos unas horas antes de partir hasta el centro de visitantes de Wadi Rum. Los principales puntos de interés de Aqaba están cerca uno de otro y se pueden visitar cómodamente a pie. Sin duda, la zona más destacable es el paseo marítimo y la playa de Al Ghandour, que finaliza en el fuerte de Aqaba, cuya construcción se remonta a la época de las cruzadas, y que, por desgracia, no se puede visitar por estar en plena fase de renovación. Cerca de la estación de autobuses están las ruinas de una antigua iglesia del siglo IV.

Una vez dado el paseíto de rigor, volvimos a la estación de autobuses de la empresa Jett. Desde aquí solo hay un autobús diario a Wadi Rum. Para tomar un minibús (que sale a cada hora) tenéis que ir a la parada que hay justo detrás de la estación de policía del centro. Hay autobuses al menos hasta las 3 de la tarde. Os digo esto porque seguramente toparéis con taxistas contándoos milongas y diciendo que el único transporte hasta Wadi Rum es taxi. Pasad completamente de ellos.

Puerta del fuerte





























Ya desde antes de llegar al centro de visitantes de Wadi Rum, uno puede darse cuenta de la majestuosidad de la zona y lo espectacular de sus paisajes. En este desierto, con una extensión de unos 700 kilómetros cuadrados, y habitado solo por algunos beduinos, se han rodado, entre otras películas, “Lawrence de Arabia”, “En tierra hostil” o la reciente “The Martian”. Hay diversos puntos de interés, tanto a nivel histórico como paisajístico, a los que se puede acceder de diferentes formas, aunque la mejor opción es recorrer la zona en un 4X4. Nosotros reservamos un tour de dos horas al atardecer a través de nuestro campamento (Hasan Zawaideh Camp, muy recomendable) y quedamos muy satisfechos con la experiencia.

Una vez de vuelta en el campamento, disfrutamos de una buena cena al estilo beduino, el “zarb”, que consiste en preparar una especie de barbacoa a base de carne de cordero y pollo con verduras a la brasa en un recipiente enterrado en la arena del desierto. Una delicia para todos los sentidos.

























A la mañana siguiente, tras disfrutar de (por fin) una noche estrellada, salimos a dar un paseo por los alrededores del campamento hasta llegar a la altura de una formación rocosa bautizada como “Los siete pilares de la sabiduría”, en homenaje a un libro de Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia. Son continuas las referencias a este personaje histórico, que puso a esta zona del mundo en el mapa durante la Revolución Árabe en 1917. Volvimos a quedar anonadados con los colores y las formas del desierto. Es increíble como un lugar vacío e inerte puede llegar a ser tan atractivo para la vista. 



La experiencia en Wadi Rum fue maravillosa. Nos dieron ganas de quedarnos una noche más pero aún nos quedaban por delante varias joyas jordanas, entre ellas la mítica Petra, nuestro siguiente destino.


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