Antes de venir a Kuwait estuve un tiempo investigando en Internet sobre los
pros y los contras de este lugar. Una de las quejas más habituales entre otros
extranjeros que ya vivían aquí era la dificultad que tenían para hacer
amistades y socializar. Había de todo, por supuesto, pero la mayoría de gente
se lamentaba de su reducido círculo social y la falta de oportunidades de ocio.
Yo no pensaba que podría llegar a ser tan frustrante, pero al cabo de unas
semanas se empezaron a confirmar todas estas opiniones. No sé si serán motivos
personales o situacionales pero, de todos los países en los que he estado, es
en el que más me está costando encontrar personas a las que puedo llamar
amigos.
Empezando por mis circunstancias personales, no creo que vivir en un barrio
como Fintas, alejado de todo tipo de centro el cual pueda llamarse de ocio y
socialización, facilite el conocer y salir con gente. Ya comenté en otro post
que este país está hecho para los vehículos, no para las personas, y da mucha
pereza el desplazarse de un lado a otro por todo el tiempo que consume. Este es
precisamente otro de los factores que me dificultan a la hora de quedar con
alguien: la falta de tiempo. Tengo unos horarios muy apretados y, si le sumo
que hace un par de semanas empecé un máster, apenas me quedan horas. Eso sí,
cada fin de semana aprovecho para escaparme por ahí y hacer algo más allá del
trabajo y los estudios.
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El paseo marítimo en Salmiya, no hay viernes que falte una carrerita por aquí |
Otro de los factores intrapersonales, que también afecta a muchos
emigrantes en cualquier país, es la continua rueda de despedidas y adioses a la
que se ve expuesta la gente que llevamos fuera un tiempo largo. Kuwait es uno
de esos países llamados “de paso”, donde la mayoría viene por un tiempo corto,
a probar suerte, y se largan en cuanto pueden (como digo, hay excepciones, pero
al menos suele ser así para los que venimos solos). Esto implica que haya gente
que no quiera implicarse demasiado a nivel afectivo, para no tener que pasar
por lo mismo de siempre, una y otra vez. En mi caso, debo reconocer que me pasa
algo parecido, y que después de tantos años de aquí para allá, no acabo de
normalizar estos procesos de duelo al tener que dejar a gente a la que quiero
atrás. Aunque eso no quita que siga considerando el socializar y hacer amigos
como algo fundamental en cada sitio al que voy.
Entrando ya en los factores externos, totalmente incontrolables para mí,
estaría en primer lugar el perfil habitual de extranjero que viene a este país.
Es todavía pronto para mí hacer una descripción precisa pero, basándome en
otros comentarios leídos en redes sociales y conversaciones con otros
extranjeros, veo que hay mucha gente que recala aquí movida meramente por el
deseo de ganar dinero, sin importarle lo más mínimo su vida social. Son sujetos que se centran solamente en el trabajo y que incluso aprovechan sus
espacios de tiempo libre para hacer horas extra en cualquier otro lado. Por otra parte, yo lo
que sí veo también es que hay muchos expatriados que llegan con sus familias, en
algunos casos con niños, con una serie de hábitos lúdicos alejados en cierto
modo de aquellos que viven solos, como es mi caso. Aún así, tengo que
decir que en todos estos años he encontrado a personas estupendas en esta situación
con los que también me lo he pasado muy bien (aunque me suelo mantener al
margen cuando el plan del sábado es ir a un parque infantil…).
Kuwait, aparte de su diseño urbano pensado y planificado para los coches,
tampoco es que ofrezca un surtido muy grande de actividades y lugares de ocio.
Es decir, no tiene nada que ver con Dubai, por ejemplo, aunque si se investiga
bien, siempre se puede encontrar algo interesante que hacer. Otro factor
asociado al tema del ocio es la ausencia de alcohol. Para mí no supone ningún
obstáculo, a pesar de la tradición tan española de “salir de cañas”, pero sé de
gente a la que esto le limita en gran medida a la hora de socializar. Ahora
bien, esto no quiere decir que en Kuwait no existan pubs. Yo estuve una noche
en uno, donde lo que primaba no eran las copas sino las cachimbas. Si no te
molesta el picor en los ojos ni el olor que se te queda en la ropa, no es un
mal sitio.
A pesar de todas estas circunstancias y limitaciones, tengo que decir que
en las últimas semanas he ido conociendo a gente nueva con la que quedar y organizar
actividades, como el salir a correr por ahí, ahora que el tiempo atmosférico lo
permite. Es cuestión de tiempo, nada más, como en cualquier parte del mundo,
aunque aquí cueste un poquito más. Por cierto, ¿a alguien le hace un cafelito?